“Al grito de “tierra y libertad”, los caudillos revolucionarios inauguraban el siglo XX mexicano, un período histórico que, como bien sabemos por Eric Hobsbawm, se rige por procesos y no por calendarios. En este primer gran movimiento insurreccional de masas del continente confluían, por una parte, las clases campesinas desposeídas, y por otra, la naciente burguesía nacional con objetivos democráticos, antifeudales y antiimperialistas. De allí que la Revolución tuviera desde el inicio una doble faz contradictoria –radicalmente popular y burguesa democrática– que daría lugar a un largo período de inestabilidad política y de lucha entre facciones. Con el objetivo de fusionar en una única fuerza los distintos elementos revolucionarios, en 1929 nacía el Partido Nacional Revolucionario, conocido a partir de 1946 como Partido Revolucionario Institucional (PRI), que gobernaría al país casi sin interrupciones (salvo por el interregno 2000-2012) hasta el presente."