En 1986 Joan Wallach Scott escribió un famoso artículo sobre la adopción del género como categoría de análisis histórico que ha marcado el pensamiento feminista. Usando el “género” como categoría analítica es posible entender también la teoría política feminista como un intento de abordar la diversidad y re-interpretar los conceptos fundamentales de la teoría política clásica y contemporánea.
Muchas feministas han criticado la neutralidad y la ausencia del género en la historia del pensamiento político, alegando la necesidad de adoptar teorías de la justicia que incorporen las experiencias de las mujeres. En este sentido, el objetivo fundamental de la teoría política feminista ha sido abandonar las categorías de universalidad, generalidad y abstracción que fundamentan la concepción del individuo como ser libre, autónomo y dueño de sí mismo. Una de las reivindicaciones fundamentales es que – en lugar de ser concebidos como expresión de autonomía – los derechos deberían considerarse más bien como revelación de la vulnerabilidad, interdependencia y necesidad de protección del individuo. Asimismo, la perspectiva feminista ha convertido la relacionalidad, interdependencia, contextualidad y subjetividad en categorías políticas fundamentales.