La forma de gobierno de que disfrutamos hoy en Inglaterra es el resultado de muchos siglos de evolución y desarrollo. No apareció de golpe, ni hemos de suponer que cuando nuestros antepasados forjaron la Constitución en el curso de los siglos, tuvieron un ideal o plan por el que lucharon conscientemente. Sería igualmente erróneo, sin embargo, imaginar que no operó ningún principio orientador durante el período de su formación. Las circunstancias de la historia y la geografía imbuyeron en el pueblo de estas islas una rara sagacidad política, y no es, pues, de extrañar que se entregaran a la obra de modelar y levantar la máquina del gobierno con un grado de destreza no igualado, quizás, en ninguna nación.
En los primeros días de nuestra historia los reyes anglosajones ejercían funciones legislativas, ejecutivas y judiciales, aunque actuaban en estas materias «con el consejo y el consentimiento de los doctos». El rey era el «Gran Leviatán» de quien emanaban la ley, la justicia y el gobierno. Gradualmente se cayó en la cuenta, no obstante, de que era menester separar estos poderes si se quería garantizar la libertad de los individuos, y la historia de la Constitución inglesa es en gran parte el relato de cómo se llevó a cabo esta separación y cómo se aseguraron las relaciones armoniosas entre el Ejecutivo y el Legislativo. Hoy el poder del rey es, en gran medida, simbólico.
De estos tres grandes órganos del Estado, el Parlamento o Legislativo es el más importante, pues los poderes que posee son supremos o de alta fiscalización. No hay ley que no pueda aprobar, y todas las que aprueba debe ser puestas en vigor por el Ejecutivo y aplicadas por el Judicial.
MAURICE W. THOMAS
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- Índice
- Introducción
- Primera parte. El poder legislativo
- Capítulo 1. Derecho nacional
- Capítulo II. El parlamento: su origen y evolución
- Capítulo III. El «rey en parlamento»
- Capítulo IV. El proceso legislativo
- Capítulo V. La cámara de los lores
- Capítulo VI. La cámara de los comunes
- Capítulo VII. Elecciones y franquicia
- Capítulo VIII. Las rentas públicas
- Segunda parte. El poder ejecutivo
- Capítulo IX. Los poderes del rey
- Capítulo X. Los consejos de la corona
- Capítulo XI. Departamentos del gobierno
- Capítulo XII. La policía
- Capítulo XIII. Limitaciones del poder ejecutivo
- Tercera parte. El poder judicial
- Capítulo XIV. El rey y los magistrados
- Capítulo XV. Los tribunales de justicia
- Capítulo XVI. El tribunal del jurado
- Cuarta parte. El imperio del derecho
- Capítulo XVII. Principios fundamentales
- Capítulo XVIII. La libertad de reunión
- Capítulo XIX. Seguridad con la detención ordinaria
- Capítulo XX. Libre emisión del pensamiento
- Apéndices
- Bibliografía