En este estudio se analiza la concepción de la misión y sus definiciones múltiples en la provincia jesuítica del Perú, entre 1568 y 1640. La Compañía de Jesús era en aquel entonces una institución mundial, dispersa y en pleno crecimiento, que logró permanecer unida gracias a su administración centralizada y a una legislación unitaria, las Constituciones. La misión, como expresión del cuarto voto que pronunciaban los jesuitas, proclamaba su movilidad apostólica y, como estrategia pastoral, realizaba la universalidad de su apostolado. Pero a esta movilidad ideal se oponía la situación sedentaria que imponían la institucionalización de la Orden, la variedad de sus actividades y el contexto parroquial de la evangelización de los indios en Hispanoamérica, impuesto por el Patronato Real de la Iglesia. Los debates de los jesuitas del Perú y su diálogo con las autoridades centrales en Roma acerca de la definición de los territorios de la misión y la especialización de su personal misionero ponen de manifiesto que la misión fue un tema de negociación permanente. Lo demuestran en este libro el análisis de los catálogos del personal jesuita, los conflictos acerca del aprendizaje de las lenguas indígenas y la medida del impulso misionero a través de las cartas anuas.